Esa noche después de la cena nos fuimos a dormir y al día siguiente pudimos conocerla de verdad. Nos contó su historia sin tapujos, sin miedos, sin censura. La vida de una mujer sufridora aunque yo en realidad la veo de otra manera, la vi como una mujer que luchó y lucha por su libertad, por su independencia, por ser ella misma. Había sufrido mucho a lo largo de su vida, con mal compañero de viaje pero lo superó y por caprichos de la vida ahora es ella quién decide, ahora es él el necesitado, el débil. Lo peor de todo es que ni con el paso de los años ha sido capaz de saber cuál ha sido su error, le echa la culpa a la revolución que le abrió los ojos a su mujer, Doña Corina.
Se fue a Rio San Juan con una amiga durante 5 días y él le dijo que si se iba no volviera a casa pero ella fue y como ella misma dice "incluso me bebí una cerveza", disfrutó de esos días y cuando pasaron volvió a su casa, ya era fuerte, se despojó de miedos y continuó con su lucha: la de la libertad. Él aún piensa que fue la revolución, la que llevó a la libertad a tanta gente, la culpable, sin darse cuenta que maltratar no es amar. Pero no se queden con esto último sino con la libertad ansiada y conseguida, eso es lo realmente importante, el poder decidir sobre la vida de uno mismo sin miedos.
